En el respaldo del Frampton-Santa Cruz II, el supermedio David Benavídez ofreció una nueva demoledora y brillante actuación en la que dejó su porcentaje de knockouts en el 94% y demostró que es, junto a Callum Smith, el futuro de la división. Indudablemente, su victoria en dos asaltos ante un rival muy modesto como el uzbeko Mamajonov no podía convencer a muchos aficionados, que piensan que está prácticamente listo para afrontar el mundial o al menos para medirse a un contendiente del máximo nivel, no siendo el momento ya para medirse a púgiles muchísimos escalones por debajo de él. Aun así, este cruce tiene una explicación.
Según afirma el promotor de Benavídez, Sampson Lewkowickz, los problemas para encontrar un boxeador de nivel que esté dispuesto a enfrentar a su púgil son enormes, no queriendo ninguno de los ranqueados en el top 10 poner en riesgo su posición. Hay que recordar que en una categoría con poco nivel, como el peso supermedio actual, con cierta paciencia y pocos retos se puede lograr un acceso al mundial o a la eliminatoria, no siendo descartable coronarse. Así, Benavídez tuvo que conformarse enfrentando a un boxeador con nulas posibilidades de triunfo por falta de pegada, altura, experiencia o cualidades.
El combate no tuvo historia, ya que, después de que Mamajonov intentase llevar a su oponente contra las cuerdas con combinaciones de hooks, un Benavídez calmado y nada incomodado respondería con un gancho perfecto al hígado que, acompañado de una derecha, derribo al visitante en la parte final del primer round. Tras este knockdown, y llegado el choque al segundo asalto, "El Bandera Roja" sólo tuvo que presionar un poco, usar su directo, una izquierda en gancho enlazada arriba y abajo y una combinación hook zurdo-uppercut diestro-gancho de izquierda para volver a tumbar a su adversario que, pese a levantarse, se giraría de espaldas al árbitro renunciando a seguir combatiendo.
Es cierto que si se hubiese esforzado mínimamente, el promotor de David "El Bandera Roja" Benavídez 17(16KO)-0 habría logrado encontrar un contrincante mucho más exigente para su boxeador, aunque sólo fuese por voluntad combativa, encaje o ambición. Con todo, el hecho de que el prometedor supermedio tenga que verse enfrentado a este tipo de púgiles de insuficiente nivel está principalmente motivado por las negativas de los demás equipos que llevan las carreras de ranqueados mundiales a emprender riesgos decisivos y con honradez poner a prueba a sus boxeadores. Resultaría comprensible que una promotora con poco poder económico decidiese no poner en peligro su futuro aceptando una pelea que va a ser deficitaria para sus intereses. Del mismo modo, esto se puede aplicar a los clasificados cuyos equipos saben que no están preparados para pelear ante la élite. Pero quienes son representados por grandes compañías y afirman sin dudarlo que son los mejores boxeadores de la división, deberían dejarse de palabras y demostrarlo.
Desafortunadamente, las dificultades para que un prometedor noqueador encuentre rivales a su altura no son ni mucho menos raras, pudiéndose mencionar por ejemplo un caso icónico como el de Artur Beterbiev, que ha sido esquivado por boxeadores del top 15 más de una veintena de veces. Esto demuestra la mala posición en la que queda el boxeo con las tácticas poco honrosas que siguen diversos boxeadores y sus promotoras para asegurarse un puesto prestigioso a bajo riesgo, siendo también una consecuencia de la política de cinturones menores, de la mala configuración de los rankings y del hecho que haya cuatro organismos. Así, el problema es de momento tan grande que a Benavídez y a los púgiles que pasan por la misma situación sólo les queda seguir ganando a los rivales más difíciles que encuentren hasta que eventualmente alcancen una eliminatoria o un acceso mundialista mandatorio que al fin les lleve a la prueba de fuego que no sólo buscan sino que también necesitan para su desarrollo.
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