Casino de Montecarlo, Mónaco.
Eliminatoria WBA del peso pluma.
Con un elevado dinamismo, acompañado de una buena frecuencia de golpeo, el ucraniano Yefimovich se puso rápidamente por delante en las cartulinas, ya que anotaba sus contragolpes con total claridad en forma de directos y hooks enlazados. Por su parte, Quigg, que era quien llevaba la iniciativa, presentaba una defensa verdaderamente pésima, superada constantemente por su adversario sin ningún tipo de problema, aunque la disparidad en contundencia marcaba la diferencia. Esto era así porque, si bien superaba amplisímamente a su rival en número de puños, la potencia de golpeo de Yefimovich era insignificante ante los brutales golpes de poder de Quigg, que sólo con unas pocas manos en gancho diestro o directo hacía que las acciones se emparejasen.
De todos modos, más que igualarse, pronto la pugna se decantó de lado del británico, que tan pronto como en el segundo asalto ya estremeció a su adversario, apuros que, a pesar del bueno desempeño de Yefimovich con el gancho zurdo arriba y abajo y otros puños de su variedad de recursos, se repitieron cada vez de forma más constante y preocupante para sus intereses. Tanto fue así que en el tercer asalto, después de ser desequilibrado varias veces, Yefimovich empezó a bajar las manos por el desgaste que estaba padeciendo.
Aun así, Yefimovich tiró de coraje y de su buena preparación física para seguir lanzando golpes que alcanzaban en todas las trayectorias a su adversario, aunque no hacía mella en absoluto a un Quigg que con algún aislado hook al torso en el cuarto asalto le dejó le tocado, le llevó contra las cuerdas y le dejó cerca de la detención. Por ello, después de un quinto asalto en el que se siguió produciendo un apreciable castigo, en el sexto round el árbitro decidió intervenir y parar el combate. Esta intervención fue precipitada, ya que un único directo no parecía suficiente para detener un combate en el que Yefimovich 29(16KO)-3(1)-1 todavía se desplazaba y contragolpeaba con cierta fluidez. Dicho esto, parece casi imposible que hubiese podido salir del encuentro con el triunfo y empezaba a recibir una acumulación peligrosa de potentes golpes, por lo que la detención, a pesar de producirse de una forma no del todo adecuada, no puede ser reprochada.
Con este triunfo en una eliminatoria final WBA del peso pluma, Scott Quigg 34(25KO)-1-2 se convertía en retador obligatorio, aunque habiendo tres titulares de la Asociación en la categoría es complicado saber de quién será aspirante oficial. En principio, siendo un boxeador con renombre, excampeón mundial de este mismo organismo y apoyado por la poderosa Matchroom Boxing, parece que Quigg debería ser el retador del ganador de la revancha entre Leo Santa Cruz y Abner Mares. Pero teniendo que esperar para ello hasta el último cuarto del próximo año, no es descartable que se le consiga una oportunidad ante el titular interino Jesús M Rojas.
Dejando de lado las consecuencias de esta victoria, la pelea evidenció una vez más las enormes virtudes y defectos del boxeo de Quigg, que posee una gran pegada, una notable agresividad y una buena precisión pero que por su carencia de preocupaciones defensivas se expone de una forma ridículamente arriesgada a los contragolpes de sus oponentes. Ciertamente, su encaje es formidable y nunca deja de presionar y hostigar a sus adversarios, pero, si bien esto le sirve ante oponentes sin excesiva pegada, con limitada resistencia o insuficientemente móviles, no le servirá igual contra la élite de la división, mucho más completa y hábil, por lo que sus posibilidades de éxito en próximos combates ante la cumbre se verán casi enteramente dadas por las características combativas y las cualidades físicas de sus rivales y no tanto por su nivel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario