Manchester Arena, Manchester, Reino Unido.
Unificación de coronas WBA e IBF del peso supergallo.
Decía el campeón unificado pesado Tyson Fury mientras veía el Frampton-Quigg que las grandes peleas casi siempre decepcionan a los aficionados, y llevaba mucha razón. Y es que el choque entre campeones del peso supergallo fue, al igual que otros esperadísimos duelos recientes, una pelea bastante tediosa y con un bajo ritmo que no estuvo al nivel de las expectativas. En cualquier caso, y por lo que se refiere al desarrollo combativo, Quigg simplemente se dejó llevar a la derrota por su pésima frecuencia de golpeo, que le hizo no lanzar manos en decenas de segundos y no impactar una por minutos. De ese modo, un Frampton que se mostraba más activo tanto de piernas como de manos y que trataba de establecer su jab, simplemente por su superior voluntad y actividad lograba anotarse los episodios. No hay que confundirse, Frampton no conseguía conectar casi nada de forma clara, mucho menos de forma contundente, pero si los jueces tenían que elegir darle el round a un boxeador que tiraba puños o a otro que mantenía su guardia cerrada constante la elección era sencilla.
Entre la gigantesca nube de amagos, Frampton impactaría algún eventual 1-2 o un débil gancho zurdo, aunque sería un jab entrando y saliendo el que le daría mayores réditos. Quigg avanzaba sobre su rival durante gran parte del tiempo pero no intentaba llevar la pelea a la distancia corta, preocupándose esencialmente por bloquear las manos de su rival o por dar pasos atrás cuando su oponente atacaba o amenazaba con hacerlo. Con el paso de los episodios el campeón WBA comenzaría a buscar con algo más de frecuencia (aunque de forma sumamente esporádica) algún directo o hook zurdo, pero éstos eran mayoritariamente evitados fácilmente por un Frampton muy ágil. Así, cuando se superó el ecuador del enfrentamiento, Frampton había ganado ya por la inactividad de su oponente, dejando además un séptimo episodio de claro dominio, en el cual conectaría de forma nítida el uppercut diestro y el 1-2 mientras que Quigg atacaría desesperado fallando por las brillantes esquivas del norirlandés.
Con todo, a partir del octavo asalto la pelea comenzaría, ya demasiado tarde, a cambiar. Simplemente Quigg lanzaría más puños en la distancia corta, algo que empezó a equiparar las acciones e incluso decantarlas a favor del púgil natural de la isla de Gran Bretaña. Esto quizás se debió en parte a que "The Jackal" podría estar acusando algo de desgaste, aunque no cabe duda de que la mayor agresividad de Quigg fue el factor primordial para que pudiese anotar ganchos o uppercuts en más número, además de unos pocos directos, llegando en una ocasión a empujar hacia las cuerdas al campeón IBF. Ante el aumento de presión, Frampton no dudó, y en el décimo asalto decidiría plantar cara, produciéndose intensos intercambios de golpes que caracterizarían el combate ya hasta el final mejorando un tanto la imagen generalmente aburrida de la pelea. Entonces, la velocidad y destreza de Frampton se contrapondría a la mayor frecuencia de Quigg, que prevalecería en los cruces de golpes con un gran trabajo con los hooks. De todas formas, sería una derecha directa aislada del titular WBA la que lograría desestabilizar ligeramente a su rival.
Aún así, Frampton, que había recibido muchos duros ganchos al cuerpo, demostró resistencia y controlaría el último round con una buena gestión de los espacios y haciendo valer sus afilados directos a pesar de que Quigg buscó la victoria. Asegurándose llegar a las cartulinas Frampton vería garantizado el triunfo, que los jueces le dieron por decisión dividida con cartulinas de doble 116-112 a su favor y un muy poco comprensible 113-115 a favor de Quigg. La puntuación de Bastión Boxeo es de 116-112 para Frampton. Sea como sea, y estando claro que Frampton 22(14KO)-0 mereció el triunfo aunque por escaso margen, la gran pregunta es cómo Quigg 31(23KO)-1-2 pudo sostener una primera mitad del combate tan sumamente mala. De ningún modo podría pensar que estaba ganando la pelea a pesar de algún salteadísimo directo aislado, siendo evidente desde muy temprano que necesitaba un cambio táctico si quería vencer, algo que no se produjo. La única explicación plausible (desechando la causa que señala que Quigg estaba abrumado por la repercusión y atención del combate) es que estratégicamente se hubiese optado por un bajo ritmo para buscar en la parte final un knockout tardío. Pero si fuese así, habría sido un error mayúsculo de su entrenador y su equipo, ya que en las peleas de bajo ritmo se impone casi siempre el boxeador más técnico y táctico, que en este caso era un Frampton que cuenta siempre con un gran estado de forma y una gran capacidad de respuesta en las situaciones críticas, como demostró en la parte final.
En cualquier caso, Frampton se convierte en campeón mundial unificado WBA e IBF, abriéndose ante él cuatro diferentes opciones futuras: una revancha ante Quigg (que asegura que en una futura pelea comenzará más activo), ascender al peso pluma para enfrentar a un Santa Cruz que lo ha retado, medirse al aspirante mandatorio Shingo Wake o buscar el número 1 del peso supergallo afrontando la defensa mandatoria ante Guillermo Rigondeaux, campeón en receso WBA que tiene hasta mayo para hacer valer la oportunidad asociada a su condición de titular. Así, y ante estas magníficas posibilidades, no cabe duda de que Frampton está encaminado a nuevas peleas trascendentales en los próximos meses, pudiendo incluso buscar hacer historia, por lo que su próxima elección de rival será dificilísima y decisiva para su carrera.
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