Echo Arena, Liverpool, Reino Unido.
En juego el cinturón mundial WBO del peso ligero.
Más allá del interés que pudo suscitar en el ámbito local por la competencia Manchester-Liverpool que representaban los contendientes, que fue alimentada en los eventos previos al combate, sobre el ring el campeonato careció en gran medida de intensidad y de emoción, siendo poco espectacular y teniendo un claro y continuo vencedor. Éste fue el campeón Flanagan que, no queriendo verse sorprendido por la veteranía de su rival, optaría por tomar poco riesgo y hacer lo justo para anotarse cada round con claridad. Así, aceptando el bajo ritmo de combate que Mathews prefería, el monarca se mantendría atento y precavido buscando el momento adecuado para atacar con el jab, enlazado en la mayoría de ocasiones con el directo al cuerpo. Con estos simples golpes, que anotaba entrando y saliendo, Flanagan dominó la mayor parte del encuentro mientras que Mathews no sabía o no podía ofrecer nada más que respuesta aislada.
En ocasiones el aspirante conectaría algún directo de nula contundencia, actividad más que insuficiente que en principio se podía justificar por un determinado planteamiento estratégico a largo término. Pero cuando los episodios transcurrieron uno tras otro y la derrota de "Dirty" era ya inevitable, la bajísima frecuencia de golpeo y la cautela de éste se mantuvieron a pesar de no haber recibido ningún demoledor contragolpe que le obligase a ser prudente. Por ello resultó inevitable pensar que a diferencia de otros retadores que lo dan todo, muchos de ellos a costa de ser noqueados, Mathews simplemente no se hizo merecedor de esta oportunidad mundialista. Con todo, no hay que cargar toda la culpa del poco entretenido combate al aspirante, puesto que Flanagan perfectamente podría haber pasado a un feroz ataque cuando vio que su oponente no ofrecía a penas resistencia, pero esto no sucedió, llegando la pelea a puntos absurdos cuando ambos, situados a dos palmos de distancia, se quedaban estáticos por varios segundos sin lanzarse un puño, ni tan siquiera disuasorio o para medir la distancia.
En cualquier caso, y al margen de la crítica, la velocidad eminentemente superior de "Turbo" Flanagan era suficiente para que pudiese conectar los golpes más precisos en cada asalto, durante la primera mitad en 1-2, jab o directo zurdo aislado y en la segunda con estos mismos golpes añadidos a ciertos uppercuts zurdos y ganchos diestros. Cuando hacia la mitad del enfrentamiento Mathews aumentó un tanto su agresividad y pudo igualar las acciones con el gancho diestro y el directo, Flanagan haría valer decisivos contragolpes en uppercut y recto que, añadidos a un aumento del dinamismo, le servirían para mantener bajo control el choque. En estos momentos el titular también haría valer los cambios de línea y los golpeos desde los ángulos para desdibujar la reacción de Mathews que, viéndose ligeramente hostigado en los siguientes episodios, no volvería a pasar a la ofensiva de forma más intensa hasta un último asalto en el que ni siquiera buscó con desespero el triunfo.
Terminado el combate no hacia falta esperar a las cartulinas para conocer el vencedor, puesto que Terry Flanagan 30(12KO)-0 no había cedido casi ningún asalto, aunque, eso si, había perdido un punto en el octavo round por golpear con el antebrazo la cabeza de su rival en una entrada en clinch (acción que repitió en varias ocasiones para disuadir los agarres del farragoso Mathews). Sea como sea, los jueces se mostraron bastante generosos con Derry Mathews 38(20KO)-10(7)-2, que quizás por boxear en casa recibió la derrota por decisión unánime con unas benévolas cartulinas de doble 117-110 y un ridículo 115-112. Dicho esto, cuesta creer que en todo el ranking WBO se hubiese podido encontrar un retador con tan poca voluntad y nula tenacidad para buscar el triunfo, ya que éste (que superó las malas expectativas) perdió round tras round sin tratar de tomar la iniciativa, hacer valer su superior alcance o buscar variaciones tácticas. Por su parte Flanagan, que marcó la diferencia en este lento combate con su mayor velocidad, dejó una actuación bastante floja pese a la amplia victoria, recordado por momentos al boxeador que tan mala imagen ofreció ante Stephen Ormond.
No cabe duda de que en un combate más exigente Flanagan se aplicará mucho más a fondo, pero no se puede permitir esta desidia combativa si no quiere verse sorprendido o al menos si quiere ser considerado como el número 1 británico. Para alcanzar esta meta se había hablado de una unificación con el campeón WBA, su compatriota Anthony Crolla, pero según afirma Frank Warren, el promotor de Flanagan, si esta pelea no se pudiese concretar para verano (hemisferio norte) podrían optar por buscar el número 1 de la división enfrentando al ahora lesionado Jorge Linares.
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