T-Mobile Arena, Las Vegas, Estados Unidos.
En juego el título WBO NABO del peso superligero.
Lo que sucedió en el Kovalev-Ward no fue nada comparado con el robo atroz que sufrió el colombiano Darleys Pérez, aunque el esquema fue, proporcionalmente, idéntico. Y es que, si bien ninguno de los dos combatientes tienen ni mucho menos tanto prestigio, sucedió algo muy similar aunque todavía peor. Jueces estadounidenses, árbitro estadounidense, en suelo estadounidense le regalan un triunfo inmerecido a un imbatido púgil estadounidense, perjudicando a un extranjero que, en el caso de Pérez, venció tan abrumadoramente que ni siquiera los comentaristas de HBO se atrevieron a cuestionar su amplísimo triunfo.
El análisis del combate resulta sencillísimo, dado que no hubo a penas alternativas y el dominio de Pérez fue tan constante como monótono. En el primer asalto Hooker aprovechó la escasa actividad y su enorme ventaja en altura y alcance para imponer su jab, aunque Pérez daría muestras de su peligro inmediatamente. Desde el segundo asalto y de forma casi constante hasta el final, el excampeón colombiano realizaría rápidas entradas en las que superaría la longitud de brazos de su oponente y conectaría contra él abiertos curvos, que impactarían claramente y de forma numerosa contra un Hooker que no sabía cómo parar estas ofensivas y que no tenía recursos para contragolpearlas o responderlas de alguna manera. Simplemente a base de astucia y paciencia, aguardando al momento oportuno, Pérez arremetería contra su rival conectando fuertes manos de poder en gancho zurdo o hook diestro que sorprendían constantemente a su oponente.
Quitándose el jab de Hooker con un buen movimiento de cabeza y de cintura, Pérez no recibía a penas manos claras, conectando, en cambio, puños magníficos, como un cruzado diestro muy abierto que desequilibró al estadounidense y le obligó a agarrarse. Dado que "Mighty Mo" no suponía ninguna amenaza, Pérez comenzaría a combinar manos, sobre todo hooks, sin recibir una respuesta ni mínimamente equivalente. Hooker, intentó incrementar su desplazamiento lateral para encontrar huecos, pero nada cambió y sus tenues ataques se vieron contraatacados por un Pérez que se impuso en cada ámbito de forma indudable. A pesar de que Hooker tenía todas las ventajas físicas para imponerse en la larga, el visitante salía del alcance después de conectar sus ganchos, manteniéndose fuera de la distancia hasta que nuevamente la acortaba súbitamente para sorprender a su adversario.
Tan solvente era su control que Pérez (que subía al peso superligero tras desarrollar su carrera en el peso ligero) que incluso se atrevería a combinar directos ante el espigadísimo Hooker, al que algunas veces engañaría en sus acometidas con fintas y amagos. Por todo ello, la puntuación de Bastión Boxeo era, al terminar el combate, de 92-98 a favor de Darleys Pérez 33(21KO)-2(1)-2, cartulina que puede parecer algo extensa pero que no queda nada lejana a la dada por críticos estadounidenses, que sólo le dieron a Hooker un round más. Pero, a pesar de que la victoria de Pérez fue inequívoca, se produjo la desgracia. Adelaide Byrd daba un 93-97 aceptable a favor de Pérez, Glenn Feldman daba un atroz 95-95 y el nefasto Robert Hoyle otorgaba un ¡97-93 a favor de Hooker!, significando esto un empate dividido.
La cartulina dada por Feldman puede entenderse como un simple caso de localismo, algo execrable y que debería ser extirpado, pero que se puede "entender" como una negligente forma de no perjudicar a un prospecto del país, que se encuentra bien clasificado e invicto. Pero darle todos los asaltos menos tres a un púgil que había sido dominado y a quien en realidad es imposible darle más de tres rounds es simplemente corrupción, siendo esto innegable al ser perpetrado por un juez miserable como Robert Hoyle, que en algo más de un año ha dejado veredictos incomprensibles. En el McDonnell-Solís dio la victoria a McDonnell cuando en realidad venció muy claramente Solís, en el Barthelemy-Shafikov, pelea que quizás pudo ganar por un punto el segundo, Hoyle dio el triunfo abrumador a Barthelemy por 119-109, en el Selby-Montiel, choque contendido, dio un horrible 119-109 a favor de Selby y en el Wade-Soliman, controlado por un cojo Soliman, Hoyle le regaló el triunfo al estadounidense con 97-92. Este breve resumen de los veredictos recientes más errados de Robert Hoyle (aunque se pueden contar muchísimos más) demuestran que o este juez simplemente es un cobarde y se decanta invariable y absolutamente por el boxeador local o favorito para no recibir duros reproches de los medios o es que alguien le paga para que se invente veredictos. No hay otra explicación posible, dado que no es un novato, llevando juzgados cerca de 600 combates desde su debut en el año 2000.
Por ello, antes de que los organismos se centren en perseguir a quienes hacen replicas de su merchandising o hacer conferencias de todo tipo que no conducen a nada, deberían ocuparse inmediatamente de reglamentar para que nunca un juez (tampoco un árbitro) pueda ser del mismo país que uno de los combatientes, debiendo también, por otro lado, evitar que gente como Robert Hoyle (hay muchos otros también), pueda seguir ejerciendo su labor. Quizás sigan produciéndose resultados incomprensibles si se ponen jueces de un tercer país, pero será mucho más fácil señalar el motivo sin que se puedan escudar en el localismo.
En lo que se refiere a las consecuencias del combate, éstas quedan ensombrecidas por el horrible resultado, aunque no serán pequeñas. Un boxeador que ha demostrado su valía y que ha sorprendido a quienes no esperaban nada de él como Darlyes Pérez tendrá muy difícil encumbrarse al top 15 de algún organismo, mientras que un boxeador sin recursos y sin pulir como Maurice Hooker 21(16KO)-0-3, al que ya le fue regalada una victoria ante Ghislain Maduma, se pondrá a un paso del mundial en la IBF y en la WBO a consecuencia de las caídas de boxeadores que le rodean en el ranking, no siendo descartable que a finales de 2017 pueda alcanzar un mundial que no merece.
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