miércoles, 2 de agosto de 2017

Sadam Ali – Johan Pérez (30/7/2017)

Casino del Sol, Tucson, Estados Unidos.
En juego el título WBA Internacional del peso wélter.

Tras el tropiezo mundialista ante Jessie Vargas y dos victorias en peleas de recuperación ante rivales asequibles, Sadam Ali afrontó ante Johan Pérez una prueba de fuego en la que debía demostrar a su promotora que podía imponerse convincentemente a los boxeadores que presionan con insistencia y que estaba listo para pujar seriamente por un nuevo mundial. Con todo, ni logró dominar a su rival, ni demostró mejora y ni siquiera pudo lograr una victoria clara en las acciones, aunque sí en las tarjetas.

Sólo bastaron unos segundos para poder ver la enorme diferencia en velocidad entre ambos contendientes, siendo Ali el púgil más rápido, cosa que aprovechaba para anotar veloces 1-2 en entradas y salidas además de fugaces ganchos zurdos. De todos modos, tras un primer asalto bastante cauteloso, en el segundo Pérez salió mucho más agresivo, logrando llegar con alguna derecha recta y ganchos de mano adelantada, respondidos con destreza igualmente por Ali.

Este era un mal augurio para lo que iba a llegar para Pérez en el tercer episodio, ya que su precipitación al ataque se tradujo en un contragolpe con directo que le derribó y le puso seriamente por detrás en las tarjetas. En cualquier caso, ante las dificultades, el venezolano no hizo otra cosa que tirar aún más de tenacidad y acometividad, logrando, todavía en el tercer round, llegar con una derecha que lastimó algo a Ali, que recibiría algunos puños peligrosos más antes de que se alcanzase el cuarto asalto.

Fuese por las dificultades pasadas o por las dudas recordando el combate ante Vargas, Ali empezó a perder el control de la contienda, desvaneciéndose su velocidad y su movilidad, siendo repetidamente hostigado por la frecuencia de golpeo de Pérez. Es cierto que Ali conectó esporádicos puños con mucha precisión y ejecutó esquivas espléndidas, pero una vez tras otra se quedó sin espacios y fue superado en las cuerdas por las embestidas de Pérez.

Por fortuna para él, su astucia, su destreza y su rapidez, sumadas a la precipitación de Pérez, se traducían en claros contragolpes en directo o gancho de mano adelantada que le permitían mantener con esfuerzo la ventaja inicial. Además, pasado el ecuador de la contienda, Pérez disminuyó su ritmo combativo, dejando la distancia necesaria para que Ali pudiese pelear con mayor comodidad y lanzase series de directos débiles pero que eran suficiente para no dejar dudas a los jueces. Pese a ello su imagen estaba muy lejos de ser buena.

Por su parte, el visitante no se rindió y, en el octavo round, volvió a volcarse al ataque para encerrar y alcanzar con dureza a un Ali más preocupado por salir corriendo del peligro que por explotar los descuidos defensivos de su rival. De nuevo, en el noveno episodio los 1-2-gancho zurdo de Pérez llegaron repetidamente contra Ali, pero en el décimo y último round el visitante no se vio tan presionado y pudo usar los directos para conseguir un asalto crucial, ya que por él, en la cartulinas de Bastión Boxeo, conseguía la victoria por 96-94.

Llegado el encuentro a la lectura de tarjetas, los jueces fallaron a favor de Sadam Ali 25(14KO)-1(1), que por decisión unánime se hizo con un triunfo con puntuaciones de 97-92 doble y 98-91, tarjeta esta última realmente injusta y equivocada, sobre todo teniendo en cuenta que el empate o incluso la victoria por un round de Pérez podrían ser justificables. Dejando de lado las puntuaciones, que en ningún caso iban a perjudicar al boxeador en recuperación de la promotora organizadora del evento, se deben puntualizar varios aspectos. Uno de ellos es que si Pérez no hubiese perdido el ritmo del combate en los rounds posteriores a la mitad, su victoria habría sido un hecho incuestionable, al menos a ojos de todos los observadores imparciales, aunque hay que decir que los innumerables cabezazos que Ali le propinó sin que el árbitro amagase ni siquiera con sancionarlos, y que le abrieron una brecha, debieron cobrarse un precio inevitable en perdida de concentración. Aun así, Pérez ofreció una actuación voluntariosa en la que compensó sus limitaciones técnicas con coraje, todo lo contrario a Ali. Si bien éste posee una buena técnica y una velocidad natural muy grande, a duras penas pudo hacer durante muchos rounds otra cosa que correr para evitar ser quebrado. Su jab no existió y su astucia combativa fue nula, salvándose de la derrota por la inefectividad de muchas de las ofensivas de un Pérez lleno de ambición de victoria pero muy descuidado en tareas defensivas.

En conclusión, lo finalmente demostró Ali es que su promotora no debería gastarse grandes sumas de dinero en hacer avanzar su carrera, puesto que en cuanto se mida a un boxeador de la cumbre con pegada y orden táctico, su derrota será inevitable, dado que, como puso de manifiesto ante Vargas, su encaje es muy mediocre en el mejor de los casos y no sabe aprovechar su destreza de forma continuada, siendo, salvando las distancias, un boxeador comparable en sus defectos a Amir Khan pero sin el talento de éste.

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