Pinnacle Bank Arena, Lincoln, Estados Unidos.
En juego los títulos NABF y WBO NABO del peso semipesado.
Dado que Baker es un púgil conocido por conseguir victorias contra pronóstico, Gvozdyk, que parece haber aprendido del knockdown sufrido ante Karpency, decidió no correr riesgos y aprovechar su técnica enteramente superior para dominar el encuentro a bajo coste. Así, el enfrentamiento se desarrolló bastante monótono, con el ucraniano desplazándose alrededor de su rival lanzando su seco jab de forma constante a la vez que aguardaba la ocasión para utilizar su mano derecha en recto o curvo abierto.
Como siempre, Baker no se dejó amedrentar, sino que ejerció presión, portando la guardia bien cerrada, y trabajó con su jab, con su recto y con los golpes que el dinamismo de su rival le permitían. De todos modos, aunque llegó contra Gvozdyk en repetidas ocasiones, la defensa dinámica del visitante le ahorraba verse mermado por dichos puños. Además, la velocidad, los reflejos y la precisión del bronce olímpico resultaban un factor determinante en la contienda, algo que aprovechó incontables veces para contragolpear con su directo el jab de su oponente.
Igualmente, si bien los asaltos caían constantemente del lado de Gvozdyk, no parecía estar en el camino de la ruptura, limitándose el top 3 del peso semipesado a controlar la contienda. Entonces, como si su táctica fuese esperar el momento oportuno para que su rival se acostumbrase a la pelea sin variaciones y se confiase, Gvozdyk realizó una ofensiva que súbitamente puso punto y final al choque. Con un directo de enorme potencia y cuyo sonido fue captado por las cámaras, Gvozdyk estremeció a su contrincante, al que posteriormente seguiría hostigando con el 1-2 hasta que lo llevó a las cuerdas y con una derecha descendente lo tumbó. El estadounidense Baker 17(13KO)-2(2) se puso en pie y valientemente quiso continuar, pero en la reanudación una series de ganchos y directos obligó al tercer hombre a detener el combate.
Ante él, Oleksandr Gvozdyk 14(12KO)-0 tenía una pelea compleja, con mucho que perder y casi nada que ganar, de modo que la gestionó de la mejor manera posible. No buscó dar un espectáculo como ante Yunieski González o Tommy Karpency, aunque sus magníficos destellos de calidad dieron interés al choque, sino que se limitó a evitar los riesgos y a lograr una victoria incuestionable ante uno de esos rivales que no suponen mucho en el récord de un boxeador pero que resultan ineludibles para un buen desarrollo y la adquisición de bagaje y que además son un peligro superior a lo que su falta de renombre sugiere.
Superado este obstáculo, para Gvozdyk surgen en el horizonte grandes peleas, especialmente una eliminatoria WBC parte de un anunciado torneo para decidir al retador obligatorio del campeón que salga del mundial entre Adonis Stevenson y Eleider Álvarez. Así, se podría tener que medir a Sullivan Barrera, a Marcus Browne o a un tercer boxeador por confirmar. De todos modos, siendo Gvozdyk un boxeador de la escuadra de Bob Arum, es evidente que su promotora no va a dejar que un organismo le elabore un camino que Top Rank no desee. Por ello, y sin poder descartar que aparezca otra buena oportunidad de la nada, lo que es seguro es que Gvozdyk, 2º WBC y 3º WBO, debería afrontar un espléndido cierre de año (quizás en el respaldo del Lomachenko-Rigondeaux en diciembre, si se llega a pactar este choque), que le dé el relieve que merece en la división y le deje rozando el campeonato.
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