Wembley Arena, Londres, Reino Unido.
En juego los títulos británico y de la Commonwealth del peso superpluma.
La pelea entre los imbatidos Ward y Cacace fue una evidente contraposición entre frecuencia y claridad de golpeo desde principio a fin, por lo que, sumado a un planteamiento muy táctico de ambos contendientes, terminó resultando un combate muy igualado aunque, en cualquier caso, no especialmente entretenido.
Si bien no es que ofreciese un ritmo combativo arrollador, Ward trató de enlazar manos y, repetidamente, con el 1-2 al rostro o con variación de altura superó a su rival de forma innegable en números de puños lanzados y anotados. Con todo, en casi cada round Cacace logró conectar el mejor golpe, destacando un cruzado zurdo muy abierto que llegaba con mucha potencia y precisión. Aun así, los puños de éste eran tan aislados que, lógicamente, resultaba realmente complicado que pudiese condicionar con ellos a los jueces por mucho que estos se dejasen impresionar por su fuerza de golpeo.
Sea como sea, los primeros seis asaltos estuvieron repartidos en la anotación de los jueces y relativamente igualados en las acciones, ya que Ward capturó el primer y el segundo asalto mientras que el tercero y el quinto fueron a parar a manos de su rival, que usó bien su cruzado de izquierda al contragolpe. Estando el cruce sin un dominador, Ward intentó en el sexto asalto usar su agilidad de piernas para, con cambios de línea, romper las tablas, aunque tanto en el séptimo como en el octavo episodio la precisión del zurdo Cacace con su mano izquierda en directo frenó e incluso revirtió sus esfuerzos.
De todos modos, desde el noveno al duodécimo asalto Ward se dio cuenta que la forma de superar a su rival era con trabajo, continuidad, volumen de puños y ritmo, así que insistió una y otra vez con las combinaciones para dejar la impresión de que existía un dominio por su parte. Cacace no varió su táctica, de forma que, con una perdida de eficacia con las manos aisladas consecuencia del cansancio e incesantes entradas en clinch por parte de ambos, perdió un margen decisivo en las cartulinas, que se agrandó al recibir contragolpes en una precipitada ofensiva final.
Por ello, terminados los doce asaltos, la victoria unánime, de forma merecida, cayó del lado de Martin Joseph Ward 18(8KO)-0-2, aunque ésta fue por un margen mínimo. Sin haber servido como un gran entretenimiento para el público, el valor real de esta contienda está en el importante papel que jugará en el desarrollo de ambos púgiles, que deberían sacar cruciales lecturas de esta contienda. Ward no puede permitirse quedarse en la distancia media-larga ante un rival que lo estaba martilleando con su mano izquierda en directo y cruzado abierto, debiendo usar su superior juego de piernas para propiciar mejores condiciones para sus ataques. Por otra parte, su forma de boxear contra un zurdo no resultó de ningún modo apropiada, cosa traducida principalmente en una mala apreciación de la distancia, por lo que resultará necesario que realice un enorme trabajo de preparación para este tipo de boxeadores. En cuanto a Cacace 15(7KO)-1, tiene que tener en cuenta que es imposible ganar un combate anotando, prácticamente, un excelente pero único puño por asalto. Y es que, aunque por momentos su control táctico era superior, dilapidaba su ventaja por el empeño de un Ward que erraba un gran número de golpes pero que consiguió dejar una sensación de dominio general por su mayor cadencia.
Dicho esto, siendo esta la primera prueba de fuego para Cacace, no estando además suficientemente rodado para afrontarla, su imagen no resultó del todo mala, quedándose a un paso de ganar al titular británico Ward que, en cambio y a pesar de la victoria, deberá mejorar mucho y rápido por las esperanzas puestas en él a corto-medio plazo por su promotora y por su inminente posicionamiento en las listas mundiales de una categoría tan sumamente contendida como la del peso superpluma.
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