lunes, 14 de diciembre de 2015

Nonito Donaire - César Juárez (11/12/2015)

Coliseo Roberto Clemente, San Juan, Puerto Rico.
En juego el cinturón mundial vacante WBO del peso supergallo.

Parecía sorprendente que las casas de apuestas desestimasen sus posibilidades y pagasen elevadas cifras por la victoria de Juárez, un coaspirante mundial al que tampoco muchos críticos daban opción de victoria. Lejos de lo que éstos preveían, pero como se podía esperar, el mexicano planteó una durísima pelea que a punto estuvo de truncar los sueños de resurgimiento del filipino Donaire, que incluso estuvo cerca del knockout pero que aguantó los doce intensísimos asaltos de uno de los mejores combates del año, que muchos se arrepentirán de no incluir en sus resúmenes de lo mejor del año por haber confeccionado sus listas antes del fin de la temporada. Con todo, no fue tan emocionante el choque ni tan disputado durante todo el tiempo que se prolongó, sino que Donaire durante los tres primeros rounds dominaría la pelea con gran solvencia. Haciendo uso de una de las señas de identidad de su boxeo, su sensacional gestión de los espacios, Donaire controlaría inicialmente las acciones con relativa comodidad, puesto que el escaso empeño ofensivo de Juárez era superado por el buen uso del jab de su rival así como por sus golpes aislados en directo, hook o uppercut, en ocasiones aprovechando los ángulos.
 
En cualquier caso, lo que ya se podía intuir en la parte final del tercer asalto, con Juárez pasando a un intenso ataque en el que conectó el hook diestro y recibió el gancho zurdo, se vería confirmado en el cuarto round, momento en que la pelea explotó hacia un gran nivel de intensidad y dureza. Aunque Juárez presionaría fuerte, los demoledores contraataques de Donaire le provocarían dos knockdowns, uno al recibir una seca derecha recta como contestación de un jab del mexicano (aunque ambos cayeron al tropezar) y otro al encajar un hook de mano adelantada. La demoledora pegada del "Flash Filipino" le había ayudado de manera decisiva en un momento difícil, más aún porque un Juárez en recuperación durante dos rounds no vería premiado su irregular empuje. A pesar de que lograría eventualmente llevar a las cuerdas al múltiples veces campeón mundial y alcanzarlo con series de curvos y rectos, el elusivo boxeo desplegado por parte de Donaire le seguiría valiendo a éste último dos asaltos más, siendo la base de ello un buen desplazamiento, un adecuado uso del jab y, sobre todo, precisas contras con directo en larga y uppercut en corta.


Con todo, a partir del séptimo asalto Juárez se hizo con el control de la pelea, ya que Donaire boxeaba de forma muy dinámica no por simple estrategia, sino que verdaderamente estaba desgastado y afectada su resistencia. Con el ojo izquierdo bastante inflamado y un serio corte posterior en el párpado derecho, Donaire sería llevado una y otra vez de espaldas a las cuerdas recibiendo potentísimas derechas directas y hooks de un Juárez que mostró un encaje y una preparación física verdaderamente excepcionales. En algunos momentos el púgil filipino parecía cerca de caer por knockout, pero entonces conectaba uno de sus demoledores contragolpes, por ejemplo en hook de izquierda, que tambaleaban a su rival y le mantenían en la pelea. Es cierto que Juárez lanzaba muchos puños que erraba y que Donaire conectaba un par de golpes de poder claros por asalto, pero los jueces infravaloraron considerablemente el trabajo al cuerpo realizado por el boxeador de 24 años. También se le puede reprochar al árbitro no realizar cuenta en el décimo round, cuando Donaire cayó al recibir un gancho zurdo que le alcanzó mal posicionado.

Con ambos extenuados pero intercambiando golpes de forma sumamente descarnada transcurrieron los dos últimos rounds, en los que Donaire utilizó su precisión y dureza de golpeo pero en los cuales a punto estuvo de ceder sentando en las cuerdas y destrozado por el castigo provocado por un Juárez con una frecuencia asombrosa. Milagrosamente ambos terminaron en pie la durísima pugna, por lo que los jueces fueron los encargados de elegir al vencedor, que fue un Nonito Donaire 36(23KO)-3(1) que por las dos caídas anotadas a su cuenta y su control durante la primera mitad, y a pesar de sus enormes apuros finales, lograba un triunfo unánime excesivamente amplio (116-110 doble y 117-109) y volvía a coronarse, dos años después de haber perdido su cinturón, como monarca WBO del peso supergallo. Muchos son los que piensan que, tras imponerse en un combate tan espectacular y emocionante, el extop libra por libra filipino puede volver a recuperar la posición perdida y a vencer a la élite de la división pero, si bien su victoria ante un Juárez 17(13KO)-4 que se mostró extraordinario y lleno de coraje, es sumamente meritoria, no parece que Donaire pueda volver a rendir al nivel que una vez tuvo. 

Y es que Donaire mostró unas brechas que antes para él eran inexistentes, siendo encerrado con relativa facilidad y amenazando con sucumbir en unos intercambios de golpes en los que éste sólo parecía una sombra del eléctrico púgil que fue. Así, aunque todavía Donaire puede ofrecer sensacionales peleas, parece ahora mismo unos pasos por detrás de los demás campeones, sobre todo de un Rigondeaux que se muestra intratable y del futuro ganador de la unificación Frampton-Quigg.

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