miércoles, 20 de septiembre de 2017

¿Qué respuestas nos ha dado el Golovkin-Canelo?

Antes de que comenzase el campeonato mundial WBC, WBA e IBF del peso medio entre el kazajo Gennady Golovkin 37(33KO)-0-1 y el mexicano Saúl “Canelo” Álvarez 49(34KO)-1-2 las preguntas se amontonaban y cruzaban entre ellas en cantidad ingente. Y es que no podía ser de otro modo teniendo en cuenta que este era un encuentro trascendental en la historia del peso medio, en el que dos top de todos los pesos se enfrentaban en un duelo en el que debían demostrar realmente cuál era su potencial y cuáles sus capacidades reales en una pelea en igualdad de condiciones. Así, una vez terminado el enfrentamiento se pudieron extraer lecturas claras e incuestionables que, quizás, no hagan otra cosa que responder a algunas preguntas mientras crean otras nuevas.

Dejando al margen el resultado y la controversia de las cartulinas, y centrándonos sólo en lo deportivo, la lectura más significativa que se puede extraer de la pelea es la confirmación del declive de Golovkin. Puede que muchos se opongan a esta afirmación, considerando estos que mereció la victoria ante el que algunos valoran como el número 1 de todos los pesos. Aun así, y si bien no se puede cuestionar el mérito de su actuación, lo que quedó de manifiesto es que los tiempos en los que se mostraba como una apisonadora imparable han pasado.

“GGG” presionó, una vez más, de forma infinitamente más tenue que en anteriores momentos y su corte de ring, que tantas victorias le ha dado en el pasado, resultó sumamente inefectivo, dejando en todo momento la puerta abierta para que “Canelo” le rehuyese por la derecha. Además, su velocidad de manos fue realmente baja y su volumen de puños escaso también, comparativamente hablando. Por otro lado, cuando sus puños al máximo de potencia hicieron clara diana en su rival, éste los encajó sin ningún tipo de problemas, no siendo ni siquiera estremecido ligeramente. Finalmente, su precisión fue por momentos ridícula, fallando una decena de manos consecutivas a la vez que quedaba totalmente expuesto al contragolpe.

Sea como sea, su tenacidad, su resistencia y su formidable jab le mantuvieron en la lucha por la victoria en una pelea en la que su oponente corrió demasiado, cediendo asaltos por falta de trabajo y contundencia.

Esto nos lleva a otra clara lectura respecto al duelo: la nula acometividad de Canelo. Muchos, erróneamente, esperaban que Álvarez avanzase en todo momento sobre su oponente y golpease al cuerpo con el gancho y con combinaciones al rostro para desgastar y quebrar al monarca. Nada más lejos de la realidad. Decepcionando a quienes querían ver una descarnada batalla de intercambios, “Canelo” demostró que no tenía ninguna confianza en poder romper la resistencia de su adversario, al menos sin poner en riesgo decisivo la suya. Por ello, aunque en su momento criticó durísimamente a Erislandy Lara por su táctica, Canelo corrió el ring sin remordimientos durante gran parte de la pelea, rehusando los intercambios. 

Con todo, esto no tiene porqué implicar una falta de valentía, ya que en muchos momentos cometió la osadía de quedarse estático en las cuerdas, incluso bajando las manos, a la vez que eludía uno tras otro los golpes de Golovkin, demostrando una defensa verdaderamente excepcional que muchos ni siquiera sabían que tenía. Además, su precisión, su elección de golpes y su apreciación de los momentos oportunos para lanzarlos (o sea su gestión de los aspectos ofensivos desde una táctica contragolpeadora y conservadora) resultaron extraordinarias.

En este claro choque de estilos resultante, teniendo en cuenta que varios asaltos fueron muy igualados y que hubo fases de evidente dominio para cada boxeador, no nos engañemos, tanto la victoria por un asalto (o sea 7-5) para cada uno de los púgiles como el empate (6-6) resultan aceptables. 

Si se es imparcial y se valora globalmente la contienda, ésta estuvo emparejada y ni mucho menos fue totalmente controlada por Golovkin, como algunos afirman. Y es que “el efecto favorito” se dejó notar otra vez después de esta pelea. Tal y como pasó en el primero “Chocolatito”-Wangek o en el Pacquiao-Horn hubo analistas, boxeadores y aficionados que no dieron ni un margen mínimo en su propia lectura de la pelea para la victoria de Wangek y Horn, alterando su propia visión del choque por la sobrevaloración del favorito, en estos casos Román González y Manny Pacquiao, respectivamente. Esto no quiere decir que no se pueda pensar que “Chocolatito” o Pacquiao merecieran la victoria, sino que hay gente que ni siquiera necesitó analizarla imparcialmente para estar seguro al 100% de la total victoria del favorito. Salvando las enormes distancias, ya que ni muchísimo menos estaba Canelo en la posición de Wangek o Horn, esto se repitió en la pugna. Álvarez era calificado como “diva” y había manipulado las reglas del boxeo a su favor y Golovkin era el boxeador que partía como favorito y que no rechazaba retos, e indudablemente las simpatías de muchos, por el propio interés del pugilismo, se alinearon consciente o subconscientemente con el segundo.

De todos modos, no se debe tomar la parte por el todo. Aunque “Canelo” realizó la mejor actuación de su carrera y durante varios asaltos anuló con su fenomenal defensa al boxeador más agresivo y contundente de la división y a uno de los mejores de todos los pesos, esto no puede borrar de un plumazo sus nefastos años de pesos pactados, chantajes a los organismos, elusión de oponentes y elección de otros sumamente asequibles, todo ello sin pasar por alto los atroces robos a boxeadores que claramente le superaron. Así, lo que hay que preguntarse ahora es si “Canelo”, habiendo demostrado su destreza ante uno de los púgiles más peligrosos posibles y habiendo sido bueno su rendimiento en el peso medio, cambiará el planteamiento de su trayectoria y aceptará nuevos retos de enorme exigencia. De lo contrario, quizás no pueda disipar las críticas, que no dejaron de estar presentes en este choque por elegir la pelea en el momento en que Golovkin mostraba evidentes puntos débiles y sirviéndose en ella de nuevo de la ayuda de los jueces.

La puntuación de Adelaide Byrd de 118-110 a favor de “Canelo” es sin lugar a duda no sólo el peor elemento de la contienda o del fin de semana, sino la certificación de que el boxeo tiene que afrontar sus problemas de una vez por todas. Esto no significa que los aficionados, expertos y boxeadores debamos dejar de defender el deporte de las 16 cuerdas ante los que lo critican buscando su destrucción, sino que debemos exigir la limpieza del pugilismo para solidificarlo. Por ejemplo, hasta que los promotores dejen de pagar los salarios, el alojamiento y el mantenimiento de los jueces encargados de puntuar una pelea y del árbitro que vela por el cumplimiento de las reglas y dejen de hacer con ellos cenas y reuniones privadas previas a los enfrentamientos, los resultados polémicos no van a dejar de llegar, puesto que muchos jueces y árbitros no pueden o no quieren priorizar su objetividad y su aprecio por el boxeo sobre su sustento y su modo de vida relajado, cómodo y satisfactorio. Y es que ¿Cómo, por ejemplo, un funcionario o un trabajar estadounidense estándar va a querer renunciar a viajar con todos los gastos pagados a un formidable escenario y ganar en un fin de semana infinitamente más de lo que gana en un mes, además mientras ve en primer línea combates esperadísimos, puntuando una pelea contra los intereses del promotor que le paga, mordiendo la mano que le da de comer? Es un secreto a gritos que muchos jueces que no han seguido los “patrones” esperados por los promotores organizadores no han vuelto a ser llamados para juzgar peleas de estas compañías y que incluso han sido apartados a posiciones secundarias dentro de las comisiones atléticas. Hasta que los salarios de los jueces y árbitros no se extraigan de las sanciones pagadas a las comisiones o se descuenten de las bolsas finales de los boxeadores, sin intermediarios, la situación no va a cambiar, al menos en los combates de las estrellas del boxeo mundial.

Por otra parte, hay que recalcar que Adelaide Byrd no es una mala jueza o una jueza que haya tenido un día malo, es una corrupta al igual que su marido, el árbitro Robert Byrd. Muchos pueden considerar que no hay pruebas de tal cosa, pero realmente sí las hay. Sólo hay que ver su trayectoria de puntuaciones para comprobar que Byrd casi siempre puntúa mal las grandes peleas, decantándose por lecturas absolutas a favor de los favoritos o de los boxeadores estrella de las promotoras, o por los estadounidenses cuando boxean como visitantes. Se puede hacer fácilmente una lista de más de una decena de peleas recientes en las que ha participado en las que se puede ver que su puntuación es sesgada o injustificable. Por otra parte, en cuanto a su marido, sólo tenemos que recordar el escándalo más reciente, su total permisividad con los golpes bajos de Andre Ward en la revancha con Sergey Kovalev y su extranísima detención de la pelea. Así resulta evidente que el matrimonio Byrd son, junto a muchos otros jueces y árbitros, una garantía para que las agendas boxísticas de quienes mueven los hilos en este deporte se cumplan, ya sean estos televisiones, promotores u otro tipo de agentes. Simplemente, la diferencia entre los Byrd y otros es que son ineptos a la hora de ser corruptos, mientras que otros saben actuar con mayor sutileza sin levantar sospechas.

Volviendo al análisis del combate Golovkin-Canelo, éste en cierto modo ha acentuado una modificación de roles que lleva produciéndose desde hace un tiempo atrás y que podría agravarse en una eventual revancha. Entre 2015 y 2016, Golovkin era casi imbatible y en un enfrentamiento entonces ante Canelo su victoria parecía a todas luces inevitable además de contundente. Hay que recordar que, mientras tanto, Álvarez se medía a boxeadores asequibles y ganaba controvertidamente a Miguel Cotto, recibiendo críticas numerosísimas. Pero desde entonces la situación hay ido cambiando. Primero “GGG” daba signos de deterioro ante Kell Brook, que a priori no parecieron significativos, pero después a duras penas pudo vencer a un Daniel Jacobs ante el que no fue ni una sombra de lo que había sido. Por otro lado, su estancamiento o su degradación en su rendimiento se asentaba con este duelo ante “Canelo”, que ha hecho más evidente una sensacional evolución.

Esto nos lleva a la pregunta ¿Qué margen para la mejora tienen ambos contendientes en un eventual duelo de desquite? y ¿Aceptará Canelo una revancha? Respecto a la segunda pregunta ninguna certeza se puede tener debido a los peculiares manejos de Golden Boy Promotions y de “Canelo”, pero parece que, habiendo logrado aguantar bien los doce asaltos, habiendo mejorado su imagen general gracias a esta pelea y contando que podría ingresar una enorme cantidad de dinero con un nuevo choque ante el kazajo, la revancha parece la mejor opción para su carrera. Y es que, respondiendo a la primera pregunta, su margen de mejora es además superior al de Golovkin. Aunque se podía esperar que “GGG” usase una mejor gestión de tiempos y espacios, su planteamiento resultó de lo más simple. Por otra parte, cuando Canelo le atacó, su reacción defensiva fue por lo general bastante mala, encajando golpes claros y retrocediendo algo desordenado. En cambio, “Canelo”, que quizás esté en el punto álgido de su boxeo, demostró superior técnica y versatilidad, pareciendo que con los adecuados ajustes, especialmente a la hora de ceder asaltos por falta de actividad, podría generar más complicaciones a Golovkin. Siempre estará presente, obviamente, el riesgo del knockout, ya que Golovkin en todo momento podrá sacar de la nada una mano de poder que decida la pugna. Además su presión no dejará de otorgarle asaltos por impresión general a la vez que desgasta a sus adversarios. Pero habiendo sido poco brillantes, y cada vez menos, sus actuaciones consecutivas ante Brook, Jacobs y ahora Álvarez, parece que el tiempo juega en contra de Golovkin, que parece haber entrado en una cuesta abajo en la que cada mes que pase le acercará a su primera derrota.

Quizás en este sentido, el equipo de Canelo estudie cuál es el momento más astuto para pactar una revancha. Puede que en mayo, y si consigue mantener inactivo a Golovkin hasta entonces, tenga una buena oportunidad de triunfo, pero no será tan buena como en una pelea en septiembre del próximo año o incluso más allá. Aun así, si ahora mismo Golovkin se tuviese que medir a sus retadores obligatorios como Jermall Charlo y Sergiy Derevyanchenko, que logre salir con el brazo en alto no es ni mucho menos una certeza. Así, el mexicano corre el riesgo de que alguien se adelante destronando a un Golovkin cuya recomposición cada vez parece más improbable.

Por otro lado, para Golovkin ninguna opción podría ser mejor que buscar la unificación total del peso medio contra Saunders (titular WBO) o aceptar un duelo en diciembre ante Miguel Cotto, peleas que podría vencer con el rendimiento que todavía conserva y que deberían servirle para agrandar su legado y su estela exitosa a la vez que se hace con grandes bolsas. Además, un posible ascenso al peso supermedio no debería ser descartado, dado que, aunque su altura no sea la suficiente para la categoría superior, quizás el nivel de sus actuaciones podría recuperarse si es que todos sus problemas recientes han llegado por las dificultades para ajustarse al peso medio.

Sea como sea, ambos boxeadores se encuentran ahora, tras este empate, en una situación de total impasse en la que deberán tomar decisiones decisivas para su futuro e incluso para su papel final en la historia del boxeo. Intereses económicos, deportivos y de otra índole se entremezclaran, junto a la intervención de nuevos boxeadores reclamando oportunidades, haciendo las posibles elecciones tan complejas como difíciles de prever su éxito. Aun así, el peso medio parece mantenerse ahora en un formidable momento y es de esperar que desde diciembre al próximo mayo la división nos ofrezca enfrentamientos formidables y peleas para el recuerdo.

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